¿Cómo viene el 2012?
Semanario Búsqueda (3 de noviembre)
Si diciembre es el mes de los balances, noviembre suele serlo para planificar y presupuestar el año entrante. Como una parte significativa del desempeño de las empresas y del resto de los agentes depende de los desarrollos macroeconómicos, ya es tiempo de preguntarse cómo viene el 2012. ¿Cuáles serían las perspectivas para el crecimiento, la inflación y el dólar en Uruguay?
Pese al reciente anuncio del nuevo plan económico para Europa, el entorno extrarregional seguirá siendo tan complejo como incierto. Si bien las medidas van en la dirección correcta, aún están lejos de resolver los problemas de fondo. No pondrán fin a las turbulencias, ni a la necesidad de apoyos de otras entidades supranacionales (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional). Tampoco implicarán una salida rápida de la recesión para algunas de sus economías. Combinado con los problemas estructurales de Estados Unidos y Japón, esto prolongaría el escenario de bajo crecimiento de los países desarrollados.
Por lo tanto, en 2012 la expansión global seguiría fuertemente dependiente (y favorecida) del buen desempeño de China, India y otros países emergentes, aunque a un ritmo menor a la observada en 2010 y 2011 (5% y 4%, respectivamente). Ellos evitarían una nueva recesión global, pero no una desaceleración que lleve el crecimiento mundial al mínimo de este trienio (3%).
En este contexto, si bien los precios de las materias primas permanecerían en niveles históricamente altos, los riesgos de bajas adicionales han crecido por la caída en la demanda de los países desarrollados y la menor debilidad global del dólar. Por ende, todo apunta a cotizaciones inferiores al promedio observado en este último bienio, pero sin la amenaza de un colapso.
D e los impulsos extrarregionales, el financiero sería el que se mantendría más favorable para la región y Uruguay, aún bajo un cuadro de mayor aversión al riesgo global y menores flujos de capitales. Las tasas de interés relevantes permanecerían en mínimos históricos debido a la prolongación de los excesos de ahorro de China y a los anuncios de la Reserva Federal estadounidense de mantener la política monetaria fuertemente expansiva al menos hasta mediados de 2013, con posibles nuevas medidas que impulsen bajas adicionales en los rendimientos de largo plazo.
En el contexto regional, Argentina y Brasil se verán afectados por este entorno global más adverso, aunque en grados diferentes. Si bien para ambos países se estima que el crecimiento de 2012 se ubicaría entre 3% y 4%, ello no constituye un gran cambio para la economía brasileña, que con políticas restrictivas en materia monetaria y fiscal ya se ajustó este año, pero sí lo es en la vecina orilla, cuyo gobierno no ha sacado el pie del acelerador y ha acumulado desequilibrios difíciles de revertir.
En Argentina, los fuertes impulsos de demanda son consistentes con un déficit fiscal creciente, el fin del superávit comercial, la convergencia de la “inflación verdadera” al entorno del 30% y mayores salidas de capitales. En este contexto, a menos que el escenario externo se estabilice, parece improbable que los controles de cambio vayan a interrumpir el sesgo a la depreciación del peso.
En contraste, Brasil no enfrenta grandes desequilibrios y podría contrarrestar el clima más adverso con tasas de interés más bajas, cierto reimpulso fiscal, menores controles al crédito e incluso alguna depreciación moderada del real.
En definitiva, todo esto configura un escenario macro para Uruguay bastante menos favorable que el registrado en este último bienio, con una expansión más lenta de las exportaciones, menor inflación en dólares y cierta retracción en las entradas de capitales. Parece improbable, por lo tanto, que el crecimiento uruguayo pueda separarse significativamente de la expansión regional y global, sobre todo en ausencia de grandes holguras y/o capacidad de desarrollar políticas de demanda.
Si se estima entonces que Argentina, Brasil y el resto del mundo crecerían entre 3% y 4% durante 2012, el PIB de Uruguay también debería estar en ese entorno. Esto iría acompañado de un menor dinamismo de la demanda interna y un moderado aumento del desempleo.
Pese a esta desaceleración y los consiguientes menores riesgos de sobrecalentamiento, el Índice de Precios al Consumidor continuaría en 2012 por encima del techo del rango meta (4%-6%), salvo un escenario global muy recesivo y una desvalorización más abrupta de las materias primas. Las presiones inflacionarias seguirán impulsadas por reajustes salariales mayores al crecimiento de la productividad laboral y una insuficiente apreciación cambiaria para la expansión del gasto público y privado.
En cuanto al dólar, aunque la volatilidad será mayor y el sesgo bajista quizás menor -dado el escenario macro más desfavorable-, el largo ciclo al debilitamiento global (y local) iniciado hace casi una década no estaría en entredicho. Menos aún mientras siga siendo la válvula de escape para los desbordes inflacionarios.
Muy interesante el análisis de Lema (en el último Búsqueda) pero me voy a permitir opinar diferente en algunos aspectos:
Si bien Brasil y Argentina van a continuar haciendo la suya (como siempre, ahí tienen el ejemplo de CK con el Presidente francés intentando ifluir contra del Uruguay), entonces Uruguay tiene que continuar buscando mercados para evitar la dependencia enfermiza de los grandes vecinos.
El Mercosur tal como fue pensado no está funcionando y la Unasur está lejos aún de nuestro país. Esos son los espacios que hay que profundizar pero no desde una lógica ideológica o de coincidencias político – partidarias (no existen más las internacionales, lo digo por si alguien no se enteró) sino desde una perspectiva exclusivamente comercial.
Nuestra desgracia es a la vez nuestra suerte: 1- las materias primas, 2- el pequeño mercado, 3- anclados en un terreno de fácil manejo para inversores nacionales y extranjeros.
Obvio, todo depende del marco legal en que se hagan las cosas, una situación es con soberanía y otra muy distinta es la venta al mejor postor.
Si le agregamos valor a las materias primas (o si prefieren los hijos de la globalización «commodities») ya estamos ganando. Además nuestra producción es conveniente por ser pequeña, ya que entra en un barrio de cualquier ciudad del mundo. Más importante es esta condición si hablamos de las economías emergentes y aplastantes como la de China que en poco tiempo va a ser como el Japón de los 60. Se va a cerrar a los importadores (ya está incorporando tecnología a lo bobo) pues va a ser auto-suficiente y encima va a invadir a calidad standard y precio a todo el mundo que está en manos de las corporaciones (la nueva y a la vez la más antigua forma del capitalismo).
Ya sé que parece una receta fácil salida de la galera de un mago, sabemos bien que no es así y que los detalles que hay entre medio lo son menos aún.
El asunto es definir un nuevo modelo económico y bien podría encaminarse por este lado.
El modelo actual no sirve «hace 40 años que lo venimos sufriendo» y como dice el Presidente de la República «no permea, estamos mejor financieramente pero no permea a las clases más desprovistas».
¡Y claro que no permea! Estamos descubriendo la pólvora ahora. No permeó nunca y nunca lo hará porque antes de que caiga una sola gota de esa riqueza, hay varios malos extranjeros y peores orientales que la sacan rápidamente del país… ¡Qué va a permear!
Así estamos los asalariados, los jubilados y pensionistas, cada día que pasa compramos menos por el mismo dinero….
Y a quién le puede asombrar que la delincuencia aumente. A medida que aumenta el deseo de consumir (que te lo meten por los ojos hasta la última dendrita) más difícil es. Lo que no se puede adquirir con el salario de un trabajo digno… ni de dos, es más fácil e inmediato arrebatarlo o rapiñar. Al fin y al cabo qué pueden perder esos muchachos si nacieron desprovistos de todo: familia, amor, educación, hogar, salud, etc.. etc… etc… Tal vez el horror de la cárcel se parezca más a un hogar que la calle, al menos no tienen que enfrentar a una sociedad que los margina y se da el tupée de juzgarlos, además.
¡A quién queremos engañar con cifras manipuladas y versos bonitos!
Ya nadie cree en nadie, el himno de la época es el Cambalache por derecho propio.
CARAMBA, ni el Gobierno ni la oposición ni las asociaciones civiles tienen su vista puesta en la realidad.
Han perdido el hilo de la cosa pública y el punto en que radican el principio y el fin de todos los males: «la educación».
Dejo esta reflexión como corolario de estas observaciones:
«¿EL PUEBLO ORIENTAL, ESTÁ SOLO?»
Adel García Morales