El precio brasileño del ganado uruguayo
Semanario Búsqueda de Uruguay (9 de setiembre de 2010)
Últimamente se ha intensificado el debate sobre las causas y las consecuencias de los fuertes aumentos experimentados por el precio de la carne en los meses recientes. Mientras que la cotización del novillo gordo ha pasado desde US$ 2,6 por kilo carcasa en el otoño a máximos de US$ 3,3 en agosto, las alzas en los valores al consumo han estado en torno a 20%. Como resultado, el tema se ha focalizado en el rol que han jugado en dicho proceso los distintos actores de la cadena cárnica y en los llamativos planteos sobre la necesidad de alguna intervención estatal en la fijación de precios o en las exportaciones.
Aunque parezca obvio, el análisis de este tema no puede partir sin enfatizar que –dado el grado de apertura tanto de Uruguay como del sector- la carne es un bien transable, inmerso en la competencia internacional y con un precio que, en última instancia, viene determinado por el resto del mundo. A su vez, el bajo tamaño relativo de nuestra producción lleva a descartar alguna capacidad de influencia de productores y frigoríficos en dicha cotización externa.
Como sucede con los demás bienes transables, el país y este sector deberían funcionar como tomadores de los precios relevantes a nivel regional o global. Y así efectivamente lo muestra la realidad y la evidencia disponible. Por ejemplo, si bien los aumentos recientes fueron superiores a lo sugerido por otros mercados, los niveles resultantes no parecen inconsistentes con los últimos valores observados a nivel internacional y específicamente en Brasil.
Por un lado, más allá de la volatilidad de corto plazo o la estacionalidad de la oferta, la tendencia subyacente de los precios a nivel global ha venido siendo al alza favorecida por el alto crecimiento de la economía mundial durante el último año, el debilitamiento global de la moneda norteamericana y la consiguiente mayor inflación en dólares. En el caso de EE.UU. se observaron alzas fuertes en las cotizaciones tanto en el mercado spot como de futuros alcanzando valores cercanos a los US$ 3,35.
Por otro lado, Brasil se ha vuelto un actor clave en la evolución de las haciendas de la región por tratarse del principal exportador mundial de carne bovina. En dicho país, el precio del ganado no sólo ha venido acompañando la tendencia alcista a nivel global, sino que también se ha visto impulsado por la favorable coyuntura que enfrenta su economía. Cierto. Al acentuarse la expansividad de las condiciones financieras internacionales y el flujo de capitales hacia dicho país, se ha profundizado la tendencia a la apreciación del real, con el consiguiente impacto positivo sobre los precios (en dólares) de aquellas materias primas en que Brasil es un actor relevante. Como resultado, la cotización del novillo gordo brasileño también ha subido al entorno de los US$ 3,4 potenciado también por la caída estacional de la oferta (post zafra).
De ello se deriva, entonces, que las cotizaciones del ganado en Uruguay han ido convergiendo a los valores internacionales relevantes (y específicamente a los brasileños) luego de un segundo trimestre donde se habían mantenido algo rezagadas por la gran abundancia de ganado en ese período y el anticipo de faenas. Y en el futuro cercano, si bien podríamos contemplar una fuerte corrección a la baja, asociada al aumento estacional de la oferta tanto en la región como en Uruguay, el escenario subyacente a nivel internacional seguiría siendo tan determinante como favorable. Tal cual. Si como estiman el FMI y otras entidades internacionales, se mantiene la reactivación mundial, la debilidad global del dólar, el sesgo al fortalecimiento del yuan, los altos precios de los granos y otras materias primas, y el favorable desempeño de Brasil y de su moneda, los precios del ganado uruguayo seguirían siendo mayores a los observados un año atrás y seguirían en el invierno de 2011 en niveles superiores a su promedio histórico (US$ 2,1 en moneda de hoy).
Por lo tanto, más que prolongar una discusión sobre la incidencia de los actores domésticos en un precio esencialmente determinado en el exterior, parece aconsejable introducir otras dimensiones en la agenda del debate. Primero, se requiere un análisis más exhaustivo y fundamentado de las tendencias internacionales. Segundo, urge una mayor integración financiera con Brasil y la Bolsa de Sao Pablo para acceder a instrumentos de cobertura de la volatilidad implícita en las variables internacionales más relevantes para el sector (precio del novillo en dicho país, cotizaciones de los granos, paridad real-dólar). Tercero, debe promoverse el uso de contratos a futuro para el dólar y la unidad indexada que ayuden a estabilizar los ingresos y costos en moneda local. Y por último, las políticas públicas deben impulsar un alto de grado de apertura en todos los mercados involucrados (insumos, factores productivos, canales de distribución) para garantizar altos grados de eficiencia y competencia.