El mundo y Uruguay se desacelerarán, pero sin caer en una nueva recesión
Visión Ciudadana, San José (18 de agosto)
En esta entrevista abordo las principales dudas sobre los problemas de deuda europeos y consiguientes turbulencias globales, así como sus implicancias para el crecimiento mundial, la economía uruguaya y el comportamiento del dólar.
¿Cuales son los motivos reales que llevan al mundo a ingresar en una nueva crisis?
Aún no hay elementos suficientes para hablar de una nueva crisis global como la de 2008. Puede repetirse, pero es muy poco probable. El mundo es como un avión con 4 motores: EE.UU, Europa, Japón y China. Y podríamos decir que hoy volamos con un motor y medio porque el japonés se fundió tras su crisis de hace 20 años y porque el europeo está a punto de fundirse. Queda la potencia de China (y el resto de los emergentes) y la recuperación a media máquina de EEUU. Seguimos volando, pero una tormenta puede obligarnos a un aterrizaje de emergencia.
¿Y ahora la tormenta viene de Europa?
Así es, pero se trata de una tormenta que llevaba años gestándose. Es la crisis del Estado benefactor. Algunos países han acumulado altos déficits fiscales por varias décadas y tienen, por lo tanto, tienen niveles insostenibles de deuda pública. Hoy los mercados e inversionistas dudan que los gobiernos puedan cumplir completamente con esos compromisos. El problema se agrava porque esas deudas las tienen los propios bancos europeos. O sea que una crisis fiscal puede transformarse en una crisis financiera. Si algunos Estados incumplen parcialmente sus créditos, los bancos (sus accionistas y depositantes) podrían sufrir grandes pérdidas.
¿Podría Europa arrastrar al mundo a nueva recesión?
Es una amenaza creciente, aunque también parece poco probable. Europa ha ido perdiendo importancia en el mundo. El contagio hacia otras regiones, por ej. Asia o Norteamérica, debería ser limitado, tanto en lo comercial como en lo financiero. El mundo perderá velocidad, pero con China y otros emergentes manteniendo el alto dinamismo, la recesión podría evitarse.
¿Como puede afectar al Uruguay esta situación?.¿Estamos bien preparados para enfrentarla?
Los efectos son negativos, pero en el escenario central (desaceleración sin recesión) estarían acotados. Hay efectos comerciales desfavorables por menor dinamismo de las exportaciones y algunas correcciones a la baja en los precios de las materias primas. Y hay efectos financieros que hasta podrían ser beneficiosos por la prolongación del escenario de bajas tasas de interés, dólar globalmente débil y fuertes flujos de capitales hacia nuestros países. En el neto, aunque el panorama se divise algo más desfavorable, no necesariamente representaría, al menos por ahora, el fin de la bonanza. Uruguay seguiría con alto crecimiento éste y el próximo año, sin aumentos significativos en el desempleo.
¿Que puede suceder con la cotización del dólar en el país en el corto y mediano plazo?
Uruguay tiene ahora un sistema cambiario más flexible, por lo cual debemos acostumbrarnos a la volatilidad del dólar. Los ajustes ayudan a amortiguar los shocks que enfrentamos. Bajo el escenario que antes describía, las alzas recientes deberían ser transitorias. Para el resto de este año y quizás el próximo, la tendencia sería aún estable/a la baja. Recién en el mediano plazo, quizás en la segunda mitad de esta década, cuando enfrentemos tasas de interés más altas en el mundo, un dólar más fuerte a nivel global y condiciones externas más normales, podríamos ver alzas más permanentes del billete verde.
¿Como observa el plan para restringir los gastos que pondrá en practica el Gobierno ante los posibles impactos de la crisis mundial?
La preparación de Uruguay para enfrentar una crisis no ha sido todo lo adecuada que se requiere. Se avanzó en reducir vulnerabilidades financieras, con la desdolarización y algunas mejoras en la regulación bancaria. Pero en materia fiscal, el ahorro y la reducción de la deuda pública ha sido insuficiente. El gasto público acumula varios años de altísimo crecimiento y el gobierno sigue sin mostrar superávit fiscal. Todavía hay tiempo para hacer ajustes en ese frente, por lo cual la mayor prudencia es bienvenida.