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¿Y la profecía maya para 2012?

noviembre 30, 2012 Deja un comentario Go to comments

Diario Pulso (Chile) y Semanario Búsqueda (Uruguay)

Hace un año, algunas de las visiones para la economía global eran tan apocalípticas como la profecía maya del fin del mundo en 2012. Si bien esta aún puede materializarse –ya veremos el 21 de diciembre- no fue lo que ocurrió en materia económica, donde las tendencias optimistas terminaron cumpliéndose. A saber: la reaceleración de China, la resiliencia de Estados Unidos, el desacople global de la crisis europea, la baja inflación mundial, la debilidad prolongada del dólar y la fortaleza de los precios de las materias primas.

Tras el aterrizaje suave inducido para revertir ciertos desequilibrios, la reaceleración de China quedó en evidencia desde mediados de año. Así, tras alcanzar tasas superiores a 11% en 2009, la expansión del PIB se desaceleró hasta un mínimo de 6,1% en el primer trimestre, pero volvió a retomar cifras sobre 8% en el resto del año. La economía china fue de menos a más, apoyada en políticas algo más expansivas que se justificaron en la caída de la inflación a menos de 2%. Para ello fue clave la desaceleración económica, pero sobre todo, la consolidación de la apreciación cambiaria.

También continuó en 2012 el rebalanceo en sus fuentes de  crecimiento: sigue habiendo un mayor aporte del gasto interno y uno algo menor de la demanda externa. Esto ha llevado el superávit en cuenta corriente chino desde 10% a 3% del PIB en cinco años.

En cuanto a la resiliencia de Estados Unidos, hubo al menos tres indicadores que volvieron a explicitarla. Primero, la economía norteamericana, aunque con altibajos, volvió a evitar el sombrío pronóstico de doble recesión que algunos analistas plantean desde 2009. En contraste, por tercer año consecutivo, el crecimiento se ubicó nuevamente en torno a 2%, recobrando el nivel de producto pre crisis. Segundo, también siguieron mejorando las condiciones del mercado laboral, con la creación en el último año de casi 2 millones de puestos de trabajo. Por último, los indicadores líderes y coincidentes del sector inmobiliario afianzaron su incipiente recuperación. Todo ello ayudó a la reelección de Obama y se reflejó en alzas adicionales en los precios de los activos.

Con todo, pese a la caída del desempleo a menos de 8%, la economía estadounidense siguió operando con amplias holguras y sin grandes presiones inflacionarias. Esto volvió a justificar tasas de interés muy bajas, medidas monetarias no convencionales y un avance gradual en la consolidación fiscal.

La estabilización de Estados Unidos y la reaceleración de China, que impulsó a sus “dependientes” implicó que el 80% del mundo siguiera creciendo, sin verse arrastrado por la recesión europea. Vimos efectivamente un desacople global de Europa, tal como ocurrió en las últimas dos décadas con el “aislamiento” respecto a Japón.

Que el contagio haya sido limitado también se debe, en parte, a una mayor proactividad de las autoridades europeas y los organismos multilaterales para contener la crisis. Mientras el Banco Central expandió agresivamente la liquidez e inició un fuerte relajamiento cuantitativo, los gobiernos buscaron potenciar el Mecanismo Europeo de Estabilidad para los rescates fiscales y financieros.

Pese a todo, 2012 no trajo grandes avances hacia un mayor cumplimiento en la Eurozona de las condiciones básicas para una unión monetaria. Por lo tanto, el riesgo de desintegración sigue latente ante las evidentes asimetrías fiscales, financieras y competitivas. Esto ratifica que, ni esta década, ni este siglo, serán de Europa. Y el mundo lo sigue internalizando.

En cuanto a la inflación, el año tampoco mostró grandes sorpresas a nivel mundial, en contraste con lo ocurrido durante el bienio previo, en que varios países emergentes exhibieron desbordes y necesidad de ajustes.

En las economías desarrolladas las presiones inflacionarias siguieron contenidas debido a la amplia capacidad ociosa, la consiguiente estabilidad de los costos laborales unitarios y el anclaje de las expectativas. Esto permitió mantener las tasas en mínimos históricos y una fuerte expansión monetaria.

Por su parte, para el promedio de los emergentes, la inflación se desaceleró o estabilizó debido al menor crecimiento de la demanda interna y/o una mayor apreciación cambiaria.

En muchos casos la fortaleza de sus monedas siguió respondiendo, en gran parte, a la debilidad extendida del dólar, que ya cumplió más de una década, pero que fue algo menos acentuada respecto a años previos (2% frente a una canasta amplia de monedas). Si bien las paridades principales (euro, libra, yen) se mantuvieron relativamente estables, el yuan -la moneda china- alcanzó su máxima cotización en 20 años.

En línea con este comportamiento del dólar y la prolongación del crecimiento mundial, los precios de los commodities no siguieron subiendo, pero se mantuvieron en niveles históricamente altos. Las cotizaciones de los metales, del petróleo e incluso de los alimentos están concluyendo el año en casi los mismos niveles del cierre 2011. También en esto se observa un ciclo relativamente maduro, aunque no necesariamente un colapso inminente. Con todo, para sus productores, el principal desafío fue y seguirá siendo cómo enfrentar los mayores costos y los menores márgenes.

Aunque otros fenómenos pueden ir irrumpiendo en el escenario global, todo indica que, en términos generales, estas tendencias se extenderían al próximo año, y con ello, también el ciclo favorable para Chile, Uruguay y el resto América Latina. Si bien éste madura y crecen algunos desequilibrios, el “apocalipsis económico” se ve lejano.

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