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Tendencias consolidadas

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Cabía esperar seis tendencias económicas dominantes para 2012 según planteaba en mi columna de principios de año. A saber: la reaceleración de China, la resiliencia de Estados Unidos, el desacople global de la crisis europea, la debilidad extendida del dólar, la fortaleza estructural de los commodities y la contención mundial de la inflación. ¿Cómo vienen estas tendencias? ¿Cómo sigue el mundo?

En China los últimos indicadores no sólo han desechado completamente un eventual escenario de aterrizaje duro, sino que efectivamente ya dan cuenta de la reaceleración de la actividad. Mientras que el Producto Interno Bruto (PBI) creció 8,1% durante el primer trimestre, el índice de confianza manufacturera acumula cinco meses de alzas consecutivas sugiriendo que la economía tuvo su momento más débil hacia fines del año pasado. Esto también lo ratifica el mayor dinamismo del dinero y del crédito. Por lo tanto, aunque el gobierno rebajó la meta para 2012, estos antecedentes siguen apuntando a un crecimiento en torno a 8% tanto para este como para el próximo año. El rebalanceo ya es una realidad, con un mayor protagonismo de la demanda interna y la caída del superávit en cuenta corriente desde 10% a 2% del PBI en el último quinquenio.

Paralelamente, los dos principales riesgos que China enfrentaba parecen aminorados. El sector inmobiliario ha tenido un aterrizaje suave, sin un colapso de precios o de la actividad. El fuerte rebote de las acciones de las constructoras así lo sugiere. Por su parte, la inflación se desaceleró desde 6,5% a menos de la meta de 4% debido al enfriamiento económico y a la mayor apreciación cambiaria.

La resiliencia de EEUU ha quedado reflejada en la expansión de 2,2% mostrada durante el primer trimestre y la creación de más de un millón de empleos durante el último semestre. Los indicadores líderes y el FMI anticipan que el crecimiento se mantendría, aunque con altibajos, en torno a 2,5% durante los próximos trimestres. Así también lo señalan los índices bursátiles que han alcanzado máximos en cinco años.

Por su parte, el desempleo, que saltó a niveles sobre 10% en la crisis, ha caído muy gradualmente en línea con el pronóstico.  Esto mantendría contenidas las presiones salariales e inflacionarias, permitiendo que la tasa de interés siga en cero hasta 2014 y que la Reserva Federal aumente la expansividad si fuera necesario.

Como se esperaba, los problemas de fondo en Europa están lejos de resolverse. Salvo en Irlanda, los riesgos de insolvencia fiscal y crisis financiera, así como los problemas de competitividad, siguen presentes en los países más complicados (Grecia, Portugal, España e Italia). A las dificultades económicas se suman las políticas implícitas en el crecimiento de las posiciones extremas y las caídas de los gobernantes de turno. Sin embargo, la actividad mundial y el resto de los activos han perdido correlación con la Eurozona, ratificando un incipiente desacople de esa crisis. Esto podría continuar gracias al relajamiento cuantitativo del Banco Central Europeo y a la mayor predisposición del Fondo Monetario Internacional para canalizar recursos extrarregionales.

En lo que va del año el dólar cayó 2,5% frente a una canasta amplia de monedas, ratificando que el ciclo de debilidad extendida, que ya acumula 10 años, no está en entredicho. El mayor ajuste ocurrió frente al yuan, cuya cotización alcanzó un máximo de 18 años tras las medidas recientes de mayor flexibilidad cambiaria. Un refortalecimiento estructural de la moneda norteamericana sigue estando lejano y condicional al retorno de EEUU al pleno empleo y a las tasas de interés neutrales-restrictivas.

La debilidad extendida del dólar y la estabilización del crecimiento mundial afirmaron los precios de los commodities durante el primer cuatrimestre, con un alza de casi 5% liderada por el petróleo y los granos. La visión para el resto del año y 2013 descarta grandes alzas adicionales, pero apunta a cotizaciones sostenidas en niveles históricamente altos por la fortaleza de la demanda, los problemas de oferta y una mayor apreciación del yuan.

También se consolidó en primer cuatrimestre la tendencia de menor inflación global. Los excesos de capacidad ociosa en los países desarrollados han justificado las expansiones de liquidez sin poner en riesgo la estabilidad de precios. En tanto, en los emergentes, la desaceleración de la demanda interna y la estabilidad cambiaria han moderado las presiones inflacionarias. China ha liderado este proceso, aunque también ha comprendido países como Australia o Brasil, que han podido bajar tasas de interés.

Hoy solo se perciben desbordes inflacionarios en naciones con desorden fiscal y monetario, como Argentina o Venezuela, o en aquellas donde las políticas cambiarias y salariales han sido inconsistentes. La inflación será uno de los grandes riesgos mundiales del próximo quinquenio, pero aún falta para que se materialice a plenitud.

De todo lo anterior, parece evidente la consolidación de las tendencias (cautelosamente optimistas) para el mundo y sobre todo para América Latina. No faltará volatilidad asociada a factores de riesgos como el petróleo, los altibajos de EEUU, las dudas sobre China o la intensificación de la crisis europea, pero todo dentro de un ciclo aún muy favorable que quizás se prolongue por dos o tres años.

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