La pregunta de la reina
Búsqueda (Uruguay) y Pulso (Chile)
Se cumplen cinco años de la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers, el evento emblemático de la crisis financiera vivida por Estados Unidos y otros países desarrollados entre 2007 y 2009. “Por qué nadie notó que se estaba gestando” fue la simple y concreta pregunta que Isabel II, la reina de Inglaterra, formuló al asistir a una conferencia en la London School of Economics en noviembre de 2008. Mucho se ha escrito a lo largo de este quinquenio intentando responder esa interrogante y sobre todo, buscando las causas de la crisis.
Quisiera rescatar las conclusiones planteadas en dos muy buenos libros sobre el tema: uno de los economistas chilenos Sebastián Claro y Fabián Gredig (La pregunta de la Reina) y otro del indio y recién asumido presidente del Banco Central de ese país, Raghuram Rajan (Grietas del sistema). Ambos reúnen explicaciones consistentes y bien fundamentadas.
Claro y Gredig, concluyen su libro con una carta a la reina, donde identifican varias causas macroeconómicas y regulatorias de la crisis, aunque sin darles ponderaciones relativas. Destacan la fuerte expansión del crédito y endeudamiento en Estados Unidos (y otros países desarrollados), tanto de origen externo como interno. Según los autores, en eso tuvieron un rol clave las propias políticas expansivas de esas economías -monetarias y fiscales-, pero también los altos niveles de ahorro observados en algunas otras del resto del mundo. O sea, parte de lo ocurrido tuvo su origen en los desbalances globales.
Paralelamente, este proceso tuvo como contrapartida una fuerte alza en los precios de los activos, sobre todo del sector inmobiliario y sus derivados –entonces percibidos como “más seguros”- y un gran aumento de la riqueza, que tendió a interpretarse de carácter permanente. Y ello –al alimentar la sensación de estabilidad consolidada que se popularizó en la idea de La Gran Moderación- llevó a la mayoría de actores a subestimar los riesgos involucrados.
Pero tan relevante como los factores macro y esta minimización de los peligros, habría sido –para Claro y Gredig- que una parte importante de esos riesgos (sistémicos) se acumularan en grandes instituciones financieras que estaban fuera del perímetro de la regulación y la supervisión de las autoridades.
Justamente en esa dirección había ido la advertencia lanzada por Rajan mucho antes de la crisis y de su posterior libro.
Fue en la reunión anual 2005 de la Reserva Federal, en Jackson Hole, que el economista indio enfatizó que ciertos desarrollos e incentivos del sistema financiero estaban llevando a algunas entidades bancarias (y no bancarias) a concentrar en sus balances activos complejos y de elevada calificación crediticia, pero que no necesariamente eran de alta calidad, ni estaban poco correlacionados entre sí. Concluía, por lo tanto, que si estos instrumentos se veían afectados por un shock macro, todo el sistema entraría en problemas, “el mercado interbancario se congelaría y una verdadera crisis financiera podría desencadenarse”.
Luego, cumplido el vaticinio, Rajan publicó el libro profundizando sobre éstas y otras causas de la crisis, a las que llamó grietas o fracturas del sistema.
Coincidiendo con Claro y Gredig, incluyó entre ellas los desbalances globales y resaltó el rol de su contrapartida: el déficit crónico de activos seguros (de aparente alta calificación) imperante en el mundo y la fuerte asimetría entre países (desarrollados y emergentes) para producirlos.
Pero el economista indio dio un paso más y conjeturó que –como todas las crisis- ésta había tenido raíces políticas. Planteó que el boom de crédito a la clase media y los sectores de bajos ingresos fue impulsado por el sistema político estadounidense, transversalmente, como una solución populista a la desigualdad originada en los graves problemas de cobertura y calidad de la educación. Estos no han sido enfrentados debidamente, ya sea por la resistencia de algunas corporaciones o por los altos costos políticos que hacerlo genera en el corto plazo.
En contraste, la respuesta a la desigualdad fue –según Rajan- crédito fácil y barato, con garantías y promociones estatales, donde las agencias gubernamentales de vivienda jugaron un papel fundamental. “Fannie Mae ha logrado que millones de hogares accedan a la casa propia al reducir los requerimientos iniciales” llegó a decir su (ex) gerente general, Franklin D. Raines, explicitando claramente una política que empezó con el presidente Bill Clinton en los noventa y se extendió en el gobierno de George W. Bush. Una política que, por lo demás, potenció el riesgo moral y fue funcional a todos los actores involucrados.
En definitiva, a cinco años del colapso de Lehman y cuando la pregunta de la reina aún resuena, sigue siendo necesario –como dice Rajan- buscar más allá de los banqueros codiciosos, las malas calificadoras de riesgo y los reguladores débiles (que de todos los hubo) para encontrar las causas últimas de la crisis. Sólo así emergerán las lecciones que ayudarán a minimizar los costos de otras que inexorablemente vendrán.
Los reyes no suelen rodearse de quienes dicen verdades inconvenientes. Entonces es logico que no estuviera enterada.
La lista de mensajeros portando no buenas noticias, que caen en desgracia, nunca deja de crecer.
El titulo del libro (que descuento es muy bueno) parece ser un buen gancho para una revista de peluqueria.