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El potencial de Uruguay

septiembre 6, 2012 Deja un comentario Go to comments

Semanario Búsqueda (Jueves 6)

Uruguay acumuló una década de alto crecimiento económico, con una expansión promedio del Producto Interno Bruto (PIB) en torno a 6% desde 2003 a 2012. Esto ha llevado a varias personalidades a anticipar que el país estaría muy cerca de convertirse en un país desarrollado. Ya hace un tiempo especularon en esa dirección el presidente José Mujica y el empresario Juan Carlos López Mena, y ahora más recientemente lo hicieron el contador Enrique Iglesias -quien incluso fijó un plazo de 10 años para el logro-, y el economista Andrés Masoller, director de la Asesoría Macroeconómica y Financiera del Ministerio de Economía, quien lo proyectó en 15 o 20 años.

En el estándar estadístico internacional, un país ya suele ser clasificado como desarrollado con un ingreso per cápita, medido a paridad de poder de compra, del orden de 40% inferior al de naciones ricas como Estados Unidos. Actualmente en ese umbral de países desarrollados “pobres”, esto es en la parte baja de la tabla, están Eslovenia o España. Otros en una situación incluso peor hoy, como Portugal o Grecia, corren el riesgo de abandonar la categoría.

Hay efectivamente otras dimensiones que son relevantes para definir “el desarrollo”, como el nivel de la pobreza, los indicadores de desarrollo humano o la igualdad de oportunidades, pero la evidencia muestra que su comportamiento está estrechamente vinculado al crecimiento económico. Los éxitos en estas dimensiones exigen como condición necesaria el logro de altos niveles de ingreso per cápita.

Para lograrlo es necesario sostener un elevado crecimiento económico, lo cual depende, a su vez, del esfuerzo permanente de acumulación de trabajo y capital (“transpiración”), así como de los aumentos sistemáticos de la productividad (y calidad) de dichos factores (“inspiración”). Así, al  integrar los dos componentes de cada factor productivo, resulta el aporte total del capital físico y del capital humano.

Las dos primeras fuentes de expansión del PIB son relativamente fáciles de observar por cuanto derivan del aumento de empleo y de la inversión, mientras que la última –la productividad total de los factores o PTF- suele calcularse como valor residual.

Si hacemos el simple ejercicio contable de descomponer en estas tres fuentes el crecimiento registrado por Uruguay durante la última década, puede concluirse que el 6% provino en partes iguales de la “transpiración” y de la “inspiración”. El aporte del capital y del trabajo totalizó 3 puntos porcentuales (1,5% cada uno), mientras que el aumento de la productividad contribuyó con los 3 puntos restantes.

Se trata de cifras considerablemente mayores a las observadas en Uruguay en los cincuenta años anteriores y también muy superiores a registradas en el período de apertura comercial y menor dirigismo estatal ocurrido desde los setenta. Sin embargo, existen buenas razones para suponer que no se mantendrán en el futuro cercano, ni tampoco en una perspectiva de largo plazo. El crecimiento potencial de Uruguay, aquel que emerge en condiciones normales para el entorno externo y el uso de los factores productivos (sin incubar desequilibrios), está muy por debajo de la tasa de 6% observada en la última década.

Primero porque, partiendo de una situación de plena ocupación en el mercado laboral, el crecimiento del empleo no sería significativamente diferente de la expansión de la fuerza de trabajo, y por ende, de la población. Según el último censo, ésta crece a una tasa anual de 0,2%, lo que llevaría prácticamente a cero el aporte del empleo al crecimiento. Quizás, en un escenario más optimista, de fuerte aumento en la participación laboral, su aporte podría ser del orden de 0,5%.

Segundo porque, para aumentar aún más el aporte del capital físico, se requieren incrementos sistemáticos en la tasa de inversión desde los niveles actuales del orden de 20% del PIB. Y dichos aumentos parecen difíciles de lograr sin comprometer las cuentas externas dado el bajo ahorro nacional. Cabe esperar, por lo tanto, que el aporte del capital se mantenga en torno a 1,5% o ligeramente por encima de dicha cifra.

Por último, parte del optimismo con alcanzar rápido el desarrollo, parece considerar como estructural el aumento reciente de la productividad. Pero, por tratarse de una variable residual, ésta no sólo recoge las mejoras genuinas en calidad y eficiencia de los factores productivos, sino también los cambios en su utilización por la posición cíclica de la economía. Y justamente, debido a las fuertes holguras tras las crisis de 2002 y la bonanza de la última década, todo indica que una parte importante de ese aporte a la productividad refleja simplemente un mayor uso del capital y del trabajo. Parece improbable que su componte estructural supere el 1,5%.

Por lo tanto, al sumar estas contribuciones individuales más estructurales (trabajo 0,5%, capital 1,5% y productividad total 1,5%), se concluye que el crecimiento potencial de Uruguay estaría en torno a 3,5%. Si definimos alcanzar el desarrollo como llegar al 60% del ingreso per cápita de Estados Unidos, cuyo crecimiento se estima en 2%, ello recién ocurriría en 2050. Para lograrlo en apenas 15 años se requiere crecer ininterrumpidamente a una tasa (asiática) de 7%, lo que -sin reformas estructurales profundas, ni “vacas gordas” a la eternidad- parece por ahora una utopía.

  1. septiembre 6, 2012 a las 17:44

    Excelente articulo!
    Aldo, te sigo desde hace 1 año y siempre es un placer leer tus articulos.
    Gracias

  2. septiembre 9, 2012 a las 10:32

    Muy buen articulo, gracias por compartirlo.
    Mi pensamiento menos tecnico:
    1. Uruguay ha crecido en todos los sentidos, y voy mas allá de lo económico, y me saco el sombrero.
    2. Han aprovechado la bonanza de estos años para estructurarse (10 años atrás no existía gran cosa en materia fiscal y política de inversiones)
    3. El aluvión de dinero que han volcado los inversores Americanos y Europeos en Sudamérica los favoreció particularmente debido a la estabilidad que el país demuestra.
    4. El aluvión también llegó desde Argentina al abrigo de una gran fiscalidad y delincuencia en aquel país.

    No creo que el gran crecimiento continúe a estas tasas elevadas debido a que en 2 años (estimo) gran parte del capital golondrina retornará al hemisferio norte y Europa, la fiscalidad esta en aumento aunque aún marcadamente inferior al de otros países, los acuerdos recíprocos de información recientemente firmados comienzan a poner un numero de dudas dentro de un contexto Sud Americano donde se percibe que todo es posible.

  1. septiembre 11, 2012 a las 20:50

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